Vistas de página la semana pasada

miércoles, 14 de septiembre de 2011

DOS MADRES


No...no voy a hablar de lo que parece...De las dos madres que tienen mis hijos, la de allí y yo, la de para siempre...Voy a hablar de la conversación inesperada que hoy ha surgido a las puertas del colegio de mis hijos...y que me hace comprender que, como bien señaló aquí mi amiga Victoria, el sentimiento maternal hacia un hijo con discapacidad es variable a lo largo de la vida junto a él, lleno de momentos de mucho dolor que ser repiten en frecuentes episodios de nuestras vidas, y muy similar entre las madres afectadas.
Esta mañana me he entretenido con una mamá que tiene a una hija de 4 años, sana y de inteligencia vivaz, y un pequeño con retraso madurativo porque nació prematuro y comenzó con su estimulación precoz demasiado tarde porque se le diagnosticó su síndrome demasiado tarde...y he comprobado que los sentimientos que expresé en una entrada anterior, son los mismos en esa mamá...Miedo y dolor...miedos, muchos y tantos...Esa mamá me ha expresado su miedo a reconocer esa palabra "discapacidad" en tu hijo, miedo a verte en una sala de una asociación para niños con parálisis cerebral en donde van a iniciar un programa de estimulación neursensorial, neuropsicomotriz y neurtodo...miedo a ver cómo su hijo con 24 meses aún no anda, miedo a que padezca algún nivel de sordera y a hacerle las pruebas correspondientes, miedo a comprobar la media lengua, el desparpajo y el entendimiento que muestran de los niños de la edad de su pequeño, mientras el suyo parece aún tener mesitos...Miedo a pensar en el futuro, miedo a leer y saber...Impotencia y terror a asumir...
Miedo al "qué voy a hacer ahora con mi vida y la suya?", miedo a recordar cómo era nuestra vida antes de ellos, miedo a imaginar cómo será su vida de adulto...miedo a vivir con dolor...
Nos conocíamos de la academia de inglés de nuestras hijas, sabíamos de nuestros hijos, pero...hoy...la empatía ha saltado y ha conducido nuestra conversación...
Hemos compartido nuestros fantasmas, y he comprobado que ella tiene también ese lado oscuro que yo destesto de mí...y me he aceptado hoy un poquito más, porque no soy una mala madre, una peor persona, ni una desestable mujer, soy un ser humano que, a veces, se llena de dolor...por él; por mí; por lo que tengo que resolver, cada día; por lo que tendré que luchar...
Conocer a otros como tú, te ayudar a liberar, a soltar lastre...a respirar aire más limpio...

Por cierto, que desde ayer martes mi lado oscuro ha descendido a las profundidades de mi alma, de nuevo, y, hoy, incluso, he hablado muy en positivo a esta chica a la que aún le queda mucho por aceptar y asumir...como a todas...

1 comentario:

  1. Cuántas veces como madres que somos hemos desado e incluso pretendido estar por encima de nuestra condición imperfecta de humanos, curarlo todo, arreglarlo todo, estar siempre, responder siempre, alcanzar mas arriba...
    de alguna manera extraña sentimos que nuestros hijos necesitan algo así y creo sinceramente que estamos equivocadas, nuestros hijos deben saber que mamá cura lo que puede, pero lo hace con todo el amor del mundo, arregla lo que está a su alcance y sino lo parchea lo mejor que puede, que aunque no esté en este momento su corazón está siempre derramando amor por sus hijos, que alguna vez la respuesta correcta es un honesto "no lo se" y que para subir mas arriba muchas veces mamá necesita una silla e incluso una escalera.
    Lo que nos hace grandes no es nuestra perfección como madres, sino nuestra humanidad y como somos capaces de trasmitir esa humanidad a nuestros hijos

    ResponderEliminar